Treinta años después de los eventos de Killzone 3, el mundo es un lugar muy diferente con dos facciones rivales, los Helghast y los Vektans, que viven uno al lado del otro en una ciudad futurista dividida por una gran muralla. En medio de toda la tensión se encuentra un Shadow Marshal, el mejor de los mejores, con un mandato por encima de todo: preservar la paz, cueste lo que cueste.